Wolverine Nº 400 (vol. 8 Nº 8). Guionistas:
Saladin Ahmed, Daniel Warren Johnson. Dibujantes: Martín Cóccolo, Daniel Warren
Johnson. Coloristas: Bryan Valenza, Mike Spicer. Letrista: Cory Petit.
Portadistas: Martín Cóccolo y Bryan Valenza (principal), Bengus, Simone
Bianchi, Daniel Warren Johnson, Andy Kubert y Laura Martin, Jerome Opeña y
Neeraj Menon (variantes). Editor: Mark Basso. Marvel Comics. EE.UU., 16 de
abril de 2025 (fecha de portada: junio de 2025).
Nada nuevo bajo el sol. El final de una trama
y el principio de otra, más un intervalo en el Japón imperial del pasado. Lo esperable
en un número redondo de aniversario para el X-Men más popular de todos los
tiempos. Aventuras pensadas para recapitular los traumas históricos de
Wolverine y presentarlos a un posible nuevo lector que decida sumarse a la
lista de fanáticos que vienen siguiendo las hazañas del superhéroe al frente de
su propia revista, desde hace 400 meses. Eso sí, vestida de lujo con el arte
del uruguayo Martín Cóccolo y el estadounidense Daniel Warren Johnson.
Dejando de lado las reiteradas fórmulas
explotadas por los guiones de Saladin Ahmed, lo más interesante del ejemplar no
pasa (al menos para mí) por lo que desarrolla el argumento, sino por las ideas
y valores que pone en juego. Queda claro que la identidad de Wolverine viene
definida por el sentimiento de Furia, aún antes que la búsqueda de Justicia. Y
que, en la mayoría de las ocasiones, sus acciones violentas y salvajes aparecen
disfrazadas (y comunicadas) como hechos heroicos, cuando no lo son. Actitudes y
narrativas que han adoptado dirigentes políticos a lo largo del planeta,
incluidos Donald Trump y Javier Milei, que gusta de fotografiarse delante de la
pintura que lo retrata como Wolverine, en cueros, con garras y a lo loco.
La diferencia fundamental viene dada porque,
en el momento más álgido de la trama, Wolverine entiende que, para ser un
verdadero héroe, debe parar su ráfaga de furia descontrolada. Decide actuar
como un ser humano y no como un macho básico y atrasado, principalmente porque
sabe que esa es la forma de salvar la vida, el cuerpo y el alma del joven que
lo sigue y secunda (casi) con fe ciega. Extraordinario ejemplo que el cómic le
pone a la vida real de tantos miles de devotos acríticos. Y a tantos líderes,
que deberían leer un poco más y pavonearse mucho menos.
Fernando Ariel García
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