sábado, 21 de junio de 2025

Memento Mori: '28 años después' y un recuerdo del verano de 2003. Papá (1950 - 2003)


Memento mori (recuerda que morirás), nos señala en un par de ocasiones '28 años después'. Tenía una deuda pendiente con la ahora ya franquicia de Danny Boyle, director del que disfruto casi todas sus películas, desde las gafapastas (qué viejo queda usar ese término) a las comerciales. 

Aborrecí '28 días después' antes ya de que al acabar se encendieran las luces de la sala del cine de barrio en aquel abrasador verano de 2003. Me molestó su sobrado tono de 'superioridad' frente a otras cintas del género y todos los subrayados grotescos y evidentes del mensaje de la película. Yo era 22 años más joven que ahora y tú acababas de fallecer. No sabía que lo que me pasaba es que estaba muy enfadado con la vida, con la mera existencia. Y la película de Boyle solo me hizo enfurecer más. Recuerdo pocas películas que me gustasen aquel verano en el que me escondía de los malos recuerdos en los estrenos con mis colegas y mi reciente pareja. 

Siempre dije, cerrando muy fuerte los puñitos, que la secuela, '28 semanas después' era mucho más honesta que la original, o que 'El Amanecer de los Muertos' de Zack Patán Snyder era la mejor película de zombies del mundo (la de pocas cosas que sabría yo entonces y las que aún sigo desconociendo ahora). 

Pero hoy he perdonado a '28 días después'. Tenía que ver la tercera entrega y enfrentarme así al pasado en forma de continuación de saga (que inicia una trilogía) porque Boyle volvía por los fueros que inauguró con su 'cine de infectados' y quería mirarme en el espejo. Quería acudir a aquel memento. A ese 'encender las luces y aborrecer todo'. 

Memento mori, memento mori. 

Una de las últimas cosas que me dijiste aquel día es que tuviera pacencia, calma, que no reaccionase de forma brusca ante las contrariedades (había roto el termo en el trabajo de un golpe contra la mesa porque había perdido líquido) y me llamaste. No recuerdo por qué lo supiste, si llamé a mamá cabreado por el termo roto, por mi reacción de gañán, o lo que fuera. Recuerdo tu llamada, e irme al acabar mi turno a comprar un termo nuevo. 

Durante aquellos meses posteriores al 14 de junio de 2003 estuviste todo el tiempo rondando mi cabeza, pensamientos, apareciendo en sueños (no podía decirte que habías muerto porque entonces, te esfumarías). Fue así durante años. Hoy has estado conmigo viendo la sobrada de Danny Boyle, queriendo el tipo ser más intenso que su versión más intensa. No tengo ninguna duda de que estas películas te habrían gustado, de haberte gustado el género de terror. Entiéndeme, es cine con mensaje. Y por si uno no lo pilla, te lo marcan con rotulador amarillo muy fuerte en pantalla. 

Pero ya no me importa, desde el comienzo de la proyección he disfrutado del inicio de la nueva trilogía de '28 años después', me he dejado llevar, he recordado que me gustaba más la segunda porque no me obligaba a pensar en nada más que en el salpicón rojo cereza y me he dado cuenta de que podía perdonar a la entrega inicial. 

El tiempo pasa y las heridas se cierran. Queda, ya sabes, esa sensación de vacío y de ausencia a la que te terminas resignando, pero nunca acostumbrando. 

Te seguiré escribiendo en estas fechas, papá. 
Allá donde estés, siempre presente. 

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